1/13/2005

ANTONIO VEGA

...y de fondo "El sitio de mi recreo", de Antonio Vega
--------------------------------------------------------------

TRAYECTORIA DEL ICONO DEL POP ESPAÑOL publicado en: http://www.elmundo.es/elmundo/2004/12/03/cultura/1102089967.html
Antonio Vega se libera de sí mismo
El artista madrileño ultima su nuevo trabajo, que verá la luz a principios del próximo año -
Amigos, músicos, periodistas y trabajadores de la industria discográfica recuerdan su trabajo

ROBERTO BÉCARES MADRID.- Dice la mitología que Teseo era un ser confuso, obligado a superar las alienaciones de una cotidianeidad cargada de convenciones. Para abandonar el laberinto, aniquilado el minotauro, debía seguir luego el hilo que Ariadna le dejó para guiarle a la salida. Antonio Vega (Madrid, 1957) es otro ser confuso, alienado por sí mismo, huidizo voluntario de la cotidianedad, al que el monstruo todavía persigue en pesadillas.
En un polígono de Coslada, ciudad dormitorio de la capital, en un estudio de grabación apartado, el ex líder de Nacha Pop fragua estos días su nuevo trabajo tras tres años de ausencia. Dicen los que han acudido a la grabación que se le ve distinto, con una "vitalidad fortalecida". Quizá porque se trate del primer disco que producirá el mismo con la ayuda del productor Carlos Martos.
"Vamos a ver hacia dónde ha evolucionado el nuevo Antonio, pero aseguro que es algo muy distinto a lo que ha hecho hasta ahora. Siempre fue monolítico, volcado más hacia la nostalgia. Está experimentando con sonidos distintos, guitarras muy diferentes, probando de aquí y de allá. Yo siempre he tenido esa inquietud más desarrollada. Él está yendo ahora a más", cuenta Nacho García Vega, primo, amigo y alma junto a Antonio de un fenómeno que sigue captando adeptos entre una juventud alimentada de mitos por el boca a boca.

Octubre de 1988. Nacho y su primo apuran en una 'suite' de un hotel de Príncipe de Vergara sus postreras horas juntos antes de la despedida oficial del grupo en la discoteca Jácara. Son las cinco de la tarde y acecha el hambre. La prueba de sonido se alarga más de lo debido. "Íbamos subiendo de uno en uno. Y todos hacíamos lo mismo. Llamábamos al 'room service' y nos decían que estaba cerrado. Manolo Villar subió el último y Carlos Brooklyn consiguió, desde el otro lado de la habitación, hacerse pasar por el recepcionista. 'Pues le recomiendo, señor, un buen filete de ternera'. 'Sabe usted una cosa, ha dado en el clavo', respondió Manolo. Reímos todos a carcajadas". Recuerdos de Nacho, al que todavía reconforta "el cariño de esas risas, el sentirte arropado por todos los demás".
Excesos sin tregua

"...Con las manos tan llenas, cada día más flacos...", cantaba en 'Aunque tú no lo sepas' Enrique Urquijo, actor también principal de los años más locos de la movida madrileña, a la que Nacha Pop había entrado de golpe amparado por la 'nueva ola' traída de las islas británicas. Una época de excesos sin treguas, de picos sin valles, donde sólo importaba el ahora. Acumulación de experiencias, delgadas líneas entre el bien y el mal. "Andar sin avanzar, caminar, tropezar, beber otras diez, madrugar y no llegar, ¿Quién tiene prisa en verme llegar?", eran las letras de 'Grité una noche', del disco 'Dibujos animados' (1985).

Habla Santiago Alcanda, locutor musical, al que brindaron su última entrevista como grupo: "Recuerdo que en aquel encuentro había uno de los componentes que salía y entraba de la sala, dando portazos continúamente... Se había ido temporalmente el talento por excelencia. Antonio quedó perdido en sí mismo y en su gente". Fue una ruptura natural. Sin discusiones. Planetas en órbitas opuestas indispuestos a entenderse. El intimismo melancólico de Antonio contra la explosión colorista y punky de Nacho.

"Digamos que nos fraguamos en una misma fragua, pero ahora cada cual lleva su camino. Es mejor así", explicaba años más tarde Antonio Vega, al que nunca sació la fiesta perpetua. Se cobijaba en los pocos destellos de la madrugada para mirarse el alma y apostar frecuentemente por el negro, dentro de una espiral maldita donde toda las armas eran de doble filo. 'Tesoros', 'Una décima de segundo' o 'Chica de ayer', la canción explotada extrañamente por Universal -casi todas son propiedad de Warner- que más réditos trajo al artista, compuesta en 1976 mientras hacía el servicio militar en Valencia, era el paradigma de una extraña soledad en compañía: "Un día cualquiera no sabes qué hora es, te acuestas a mi lado sin saber por qué, las calles mojadas te han visto crecer y tú en tu corazón estás llorando otra vez".

Antonio se introdujo solo en el laberinto. Se abrieron pasos entonces en los que la música no era un fin sino sólo un medio. El productor Carlos Martín, 'pez gordo' de BMG Ariola, por aquel entonces en el sello 'Pasion', se encargó de embridarle. Publicó 'No me iré mañana' (1991), su primer disco, el más taciturno, el más oscuro, repleto de un desasosiego que ya agudizaba los abismales ángulos de su cara, paradigma de una fragilidad evidente. No fue una convivencia agradable, que terminó en la salida al mercado de 'El sitio de mi recreo' (1992), donde aparecían los mejores temas del poeta expresionista al que algunos querían dar por extinguido con un homenaje criticado por muchos. En su último disco se recuperaban temas como "Lucha de gigantes" y "Se dejaba llevar por tí", su composición más clara sobre el mundo de las drogas.

Phil Manzanera, ex guitarrista de Roxy Music, produjo Océano de sol (1993), grabado en la campiña británica de Surrey. Un trabajo irregular donde las composiciones seguían brillando por su profundidad hiriente, un jugo mixto. "Siempre ha tenido la virtud Antonio de escribir frases que te hagan darle vueltas para saber qué ha dicho este cabrón. Cuando empieza a contarte cosas con su melancolía y sentimiento cósmico, te preguntas, 'Pero de dónde saca todo esto'?", explica el crítico musical Alcanda.

Eran los peores años de Antonio. "Fue el momento más oscuro de mi vida", recuerda. Cambios constantes de casa, ausencias eternas, avistamientos no comentables. Seguía tocando y colaborando con otros autores esporádicamente. "Puede ser un poco caótico, pero sí para una cosa importante, te decía que venía, lo hacía. Es un hombre de palabra", apuntan desde una discográfica que trabajó con él. Desde otra compañía matizan: "Nadie puede controlar a Antonio Vega". Los que tocaban entonces con él coinciden en señalar que "aunque todo lo que rodeaba las actuaciones era un caos y parecía que nunca iban a salir, luego, cuando te veías tocando con él y saboreabas ese instante, se te olvida todo lo anterior".

Por aquellos días todo eran rumores que corrían como la pólvora agrandando el mito del icono del pop español. Parecía adentrarse aún más en un laberinto del que algunos decían sin salida. Y entonces apareció Marga del Río, que le tendió la mano cuando más la necesitaba. Fue en la tempestuosa grabación en Palma de Mallorca de 'Anatomía de una ola' (Chrysalis, 1998 ), cuando ambos conectaron. Se convirtió en su amiga y confidente, su mano derecha. De ella ha dicho que le enseñó "cosas" que no pudo rechazar.

Compuso para él 'Estaciones', primer single de su siguiente álbum 'De un lugar perdido' (2001), mucho más positivo, más guitarrero que los anteriores, producido por su íntimo amigo, Nacho Béjar. "El cambio que produjo Marga en él fue espectacular. Ganó una fuerza increíble", aseguran desde su entorno. Su mujer era su Ariadna particular.

Luego llegó el concierto acústico 'Básico' y 'Escapadas', ambos publicados por EMI, donde aparecían colaboraciones con otros artisitas. Pero la luz de Marga se apagó en febrero pasado. Su fallecimiento para Antonio supuso un golpe muy duro. Sufrió una neumonía que lo tuvo hospitalizado. Con la primavera volvieron las actuaciones, los bolos por toda España, donde 'Me quedo contigo', canción dedicada a Marga, abría los conciertos con un dedo señalando al cielo. "Sigo absolutamente enamorado de la persona que me dejó", afirmó recientemente el autor en un chat en elmundo.es.

Hojas secas siguen cayendo mientras en Coslada, donde la grabación del disco está en su última fase, después de que el artista madrileño se comprara varias guitarras y se encerrara en el estudio desde mayo a experimentar. "Él ha sido siempre una persona muy libre con una forma única entre el caos y la poesía. Ahora está centrándose en algo que quiere y por eso todo va muy pausado. Es su total responsabilidad", explica su primo Nacho, que ha participado en uno de los temas y ha sacado hace unos días un brillante documental en DVD que recoge los mejores años del grupo: 'Nacha Pop. 80-88'.

El disco, una incógnita

Todo se puede esperar del nuevo disco. Ahora habla el maestro Martí -teclado-, como le llama Antonio, el único músico de su banda que se mantiene desde el principio. "Es un disco con muchas partes diferentes. Hay canciones donde aparecen hasta 10 o 15 guitarras, temas muy cañeros como si fuera Pink Floyd y temas con metales tipo 'jazzy'", explica. A él, como a sus seguidores, le siguen embriagando las letras de su compañero: "Me engancha su música. He tocado con mucha gente y me quedo con él. Siempre se cambia algo de los viejos temas y lo nuevo que escribe es como si ya lo hubiera escuchado antes. Con este disco anda hiperactivo, experimentando mucho. Se nota que se siente en deuda con Marga, porque era un proyecto sobre el que habían hablado".

Una incógnita sobre Antonio Vega quedará siempre por despejar. Diego A. Manrique, crítico musical, se pregunta qué cimas habría alcanzado este amante del montañismo si no hubiera experimentado una etapa oscura. "A lo mejor no hubiera llegado a ninguna parte. No conviene hablar de eso. Es algo inherente a él", explica Alcanda. El mismo ha incidido muchas veces en que en todo aquello fueron como "conejillos de indias. Ahora no hubiera pasado eso".

Ningún autor del pop español ha trascendido tantas épocas como él. Quizá por esas misteriosas letras que despiertan empatías caigan las hojas del calendario que caigan. "Al hablar de Antonio Vega se me pone la piel de gallina. Puede ser incluso el autor más importante que tengo, y te digo que trabajamos con Álex Ubago, Amaral o Alejandro Sanz. Le considero un amigo y esta última fase le veo inmejorable", comenta Enrique Magaz, de Warner Music, la editorial que explota los derechos de autor de muchas de sus canciones.
Para enero podría estar acabado el trabajo, del que el autor ha avanzado que "es una liberación incluso de mi mismo". Al menos para entonces ya tiene alquilado un local en Vallecas para empezar a ensayar con la banda la más que probable gira del nuevo disco.

Su última aparición pública fue el pasado jueves en la Sala Sol. Se vio al artista de la última época, ese cuyo físico refleja lo contario de la fuerza vital que posee dentro, sólo percibida en el fuego que siguen teniendo sus manos.

El hilo de Ariadna, ese que le dejó Marga al morir, sigue guiándole a una salida probablemente ya alcanzada, en un laberinto imaginario.

No hay comentarios: