8/22/2006

JOAQUÍN SABINA Y JOSÉ TOMÁS

ENTREVISTA: AQUÍ, UNOS AMIGOS

Joaquín Sabina, de 57 años, lo dijo enseguida: quería conversar con José Tomás, de 31. El torero dijo sí rápidamente. Lleva dos años fuera de los ruedos. Es un poeta, hablando y en silencio. Un tipo tan joven, con tanta madurez. Lo da el miedo, acaso, dijeron. El músico y su amigo se encontraron en la casa de Sabina. Éste tomó whisky. José Tomás, un refresco.

Juan Cruz
EL PAÍS - Última - 19-08-2006


Joaquín. Mi intención es hablar de este hombre al que yo venero, y hacerlo en un periódico de gran difusión en el que no todos sus lectores son taurinos. Querido Tomás, ¿eres consciente del insoportable brillo de tu ausencia? Hay gente que desprecia lo taurino, pero nadie ignora que hubo un tipo llamado José Tomás que brilla ahora por su ausencia. ¿Eres consciente de eso? ¿Cómo lo llevas?

José Tomás. Soy consciente. Pero las ausencias que más duelen no son las elegidas, como la mía.

Joaquín. ¿Tú decidiste conscientemente irte?

José Tomás. Sí, por eso duele menos. Este mes de mayo último ha sido duro; perdí a un amigo. Esa ausencia sí que la siento, y mucho.

Joaquín. Y ni siquiera brilla, sólo duele.

José Tomás. La mía es una ausencia elegida, se puede restaurar.

Joaquín. ¿Quieres decir que volverás?

José Tomás. No, no lo quiero decir. Pero sí que lo podría hacer. En cualquier momento. La ausencia que más duele es la que no se elige y la que no se puede volver a sustituir.

Joaquín. Corren muchas leyendas sobre ti. Por ejemplo, dejas de torear y te dejas barba, porque un torero con barba no puede ser. De hecho, yo ayer me afeité la barba para que estuviéramos un torero con barba y un cantante sin barba, y me ha salido fatal. Corre la leyenda de que te hiciste hippy, y que te fuiste a Estepona, a jugar al fútbol en un equipo de Tercera División.

José Tomás. Hay leyendas que son ciertas y otras que son leyendas. En mi caso, la barba me la dejaba en los inviernos.

Joaquín. Pero no has tenido los huevos de hacer el paseíllo con barba. La liturgia es la liturgia.

José Tomás. Eso no es cuestión de huevos; la barba me la he dejado en invierno, y he toreado con barba, en el campo. Y lo del fútbol es cierto, he jugado en un equipo de Estepona. El Macarena. Por un bar en el que voy a tomarme una cervecita de vez en cuando, tranquilamente, con mis amigos.

Joaquín. Tu abuelo y el fútbol. Cuéntame la historia.

José Tomas. Mi abuelo es muy importante en mi vida. Todos los días me llevaba a Las Ventas, cuando era un crío de diez u once años. A San Isidro. He visto muchas faenas. Me gustaba el fútbol, del Atleti de toda la vida. Y él quería que fuese torero.

Joaquín. Te destrozaba los balones si te veía jugar al fútbol. Para que fueras torero.

José Tomás. Puso la fe y la ilusión para que su nieto fuera torero. Fue realidad su sueño.

Joaquín. Te ponías donde nadie se ponía. Y te fuiste. Hay gente que dice que no se torea igual comiéndose los mocos que con mucho dinero.

José Tomás. En mi caso no tiene que ver con el dinero. Nunca se puede poner uno delante de un toro por dinero. Porque no hay nada que pueda pagar la vida de un ser humano.

Joaquín. ¿Qué le dirías a la sociedad protectora de animales, a los canarios [que no autorizan los toros], a Esquerra Republicana..., a los que dicen que es espectáculo bárbaro?

José Tomás. No comprendo que se recurra al insulto para defender lo que ellos defienden.

Joaquín. ¿Cómo defiendes la muerte del animal?

José Tomás. Poner un animal a la altura o por encima de una persona como ser humano no lo puedo comprender.

Joaquín. ¿Un buen argumento?

José Tomás. Tampoco soy la persona más indicada. Pero uno bueno es que me fueran a ver a torear en Barcelona.

Joaquín. ¡Olé! "Iros a ver a José Tomás y dejaros de mariconadas".

José Tomás. A Barcelona.

Joaquín. Donde yo te vi. ¿Qué hay en ese terreno? Nadie sabe muy bien cómo eres, nadie te conoce. No has pisado mierda, no concedes entrevistas.

José Tomás. Sabes qué hay en eso.

Joaquín. ¿Qué hay?

José Tomás.

De purísima y oro... Yo creo que uno debería vestirse, no ya en el toreo, sino en la vida, de purísima y oro...

Joaquín.

De purísima y oro es una canción que hice pensando en ti, para Manolete. Una historia preciosa. El 28 de agosto, el mismo día que mató un toro a Manolete en Linares, tenías que torear, y te pusiste de purísima y oro, como la canción... Tienes en un altar a Manolete...

José Tomás. Es un ejemplo. Me fascina el misterio, la naturalidad, la hombría con la que afrontó lo que tenía que afrontar.

Joaquín. Dejaste ir toros vivos. ¿Qué pasa cuando uno dice "a este toro no lo mato"?

José Tomás. No sé. Me pasó primero en México. Fatal, al principio eso se vive fatal. Es como el deber no cumplido.

Joaquín. Antes los toreros llevaban casetes de Concha Piquer. Tu generación empieza a escuchar otras cosas.

José Tomás. La primera vez que te escuché fue en México. Un ganadero mexicano te escuchaba constantemente. Y nos dieron las diez. La siguiente canción que me cautivó fue Sin embargo. Esa música me ha ayudado terriblemente. Tu música ha sido como la oración a la que encomendarme.

Joaquín. No me digas eso.

José Tomás. Me ha pasado estar en el burladero, con el capote, esperando, y pasárseme por la cabeza canciones tuyas.



Joaquín. ¡Calla, calla!

José Tomás. Eso me ha ayudado mucho a soportar el miedo.

Joaquín. El maestro Esplá dice que eres el último torero que ha visto que no tiene miedo.

José Tomás. Tengo miedo. Soy un ser humano y he pasado mucho miedo.

Joaquín. ¿Cómo llevas que se diga "Vuelve, José Tomás, haces falta"?

José Tomás. Me reconforta. Pero no me empuja. Lo que me presiona soy yo mismo. Últimamente, sobre todo siento que algo de mi espíritu pasa hambre.Esa hambre la tengo que alimentar ahora. Necesito ahora torear de salón todos los días.

Joaquín. ¿Lees?

José Tomás. Pues sí que leo. Últimamente he leído la historia de Ava Gardner, de Marcos Ordóñez; se titula Beberse la vida. Mucha, mucha historia del toreo.

Joaquín. ¿Y lees poesía?

José Tomás. La tuya.

Joaquín. ¿Qué es el miedo? ¿Cómo es esa siesta espantosa que echáis antes de la corrida?

José Tomás. Es espantosa, sí. Siesta no suelo dormir; los días de corrida salgo a pasear, y me tumbo luego en la cama. Pero no duermo.

Joaquín. ¿Te gusta que la gente vaya a verte vestirte?

José Tomás. No. Nadie.

Joaquín. José, ¿cuándo dices "no sólo voy a ser torero, sino que voy a ser Dios"?

José Tomás. Poco a poco. En México fue cuando dije que iba a dedicar mi vida a eso...

Joaquín. ¿Volverás? ¿Y te pondrás en el sitio donde te ponías?

José Tomás. Si no pensara que me iba a poner en el mismo sitio nunca volvería. Si vuelvo algún día es porque me voy a poner en el mismo sitio y voy a tratar de torear mejor que lo que hacía. Y ahora te pregunto yo: ¿qué piensas que puede ser la muerte?

Joaquín. Pasemos a la siguiente pregunta... Me aterroriza, no tanto la muerte, sino el deterioro físico... Cuando me dio el marichalazo..., no dolía, pero al tercer día quise ir a mear y entonces me tuvieron que bajar los calzoncillos, y eso a Luis Aragonés y a los de mi pueblo nos humilla muchísimo. Y yo dije: así no quiero vivir. Hasta ahí, no.

José Tomás. Olé.

8/21/2006

GUILLE MARTÍN

El pasado viernes fallecía en Zaragoza Guillermo Martín, mítico guitarrista de rock español.
Muchos hemos crecido escuchando su guitarra al lado de los grandes. Era el bajista en el primer disco de Los Rodríguez, guitarrista habitual de Calamaro durante muchos años, después lo fué de Jaime Urrutia, y en los últimos años se convirtió en todo un Troglodita al lado de Loquillo.
Era habitual encontrarse al "aristócrata de Carabanchel"(como lo llamaba Calamaro) en casi cualquier concierto de rock que hubiese en Madrid. Muchas veces se subía al escenario sin ni siquiera estar prevista su presencia (así fue la primera vez que le vi, en un concierto muy especial de la Greenwich Village, hace ya demasiados años).
No olvidaré nunca su particular forma de tocar la guitarra, sus muecas inconfundibles, y la forma que tenía de mirar al público desde el escenario.
Siempre recordaré algunos momentos en que le vi: como el mítico concierto de Loquillo en la Sala El Sol, o el día en que subió a llenar de rock and roll un concierto de Quique, o aquella vez en que me lo encontré en las fiesta del PCE, cuando él iba de camino a tocar con Urrutia.
Será distinto escuchar a Andrés o a los TRoglos sabiendo que el dueño de esa guitarra que suena ya no está entre nosotros.
Ojalá que algún día, el que se muera sea el cáncer.

Aquí pego algo escrito por Calamaro sobre él:

"UN AMIGO ... adios al indomable
18 de agosto

perdi un gran amigo, bellisima persona, formidable guitarrista, y ejemplo de lucha y de alegria de vivir.
seguro que, con el correr de los dias, voy a depositar recuerdos y sentimientos que hagan honor al espiritu y la amistad ...
voy a reservarme estos instantes de luto para llorar a solas a la memoria de Guillermo Martin. Tambien para sonreir por tantos momentos compartidos con el.

es que tocamos tantas veces, grabamos y ensayamos y vivimos mucho juntos, el indomable guillermo y nosotros .... desde los bares de madrid o la gira que nos reunio con Bob Dylan ... el primer disco de Rodriguez. las grabaciones de los neverly-desperados, mil ensayos ... siempre Guillote con un tercio en una mano y un cuarto en la otra ....
Toda una generacion de musicos que va a tardar en acostumbrarse a esta perdida irremediable .... Se veia venir, pero no por eso es menos doloroso este adios a un amigo ... Enfrentaste la gran contrariedad con gracia y sonrisa ... guille torero, guille callejero, guille de malasaña de zaragoza y de bueno aires ... el aristocrata de caravanchel, el especialista ... no habra uno igual y dejas vacios los escenarios y los corazones de quienes afortunados te tenemos como amigo y camarada !"

8/17/2006

ROGER WOLFE

Hoy he descubierto a un poeta que no conocía. Especialmente para aquellos que piensan que la poesía es aburrida. Cada vez que hago un descubrimiento me gusta compartirlo con el mundo. Os lo presento. Aquí Roger, aquí unos amigos:

A NINGUNA PARTE (1993)

Los pensionistas hablan de trombosis
en los autobuses
o aguardan el final
en los bancos de los parques públicos,
entre excrementos de palomas y jeringas
ensangrentadas,
o me paran en la calle
ante escaparates llenos de electrodomésticos
para preguntarme la hora
e interesarse por la raza de mi perro.
Son las cinco de la tarde y todo
en la ciudad apesta a muerte.
Sé que es inútil. Llegar a casa,
ponerme aquí delante y redactar
quince o veinte líneas, qué más da,
esta especie de salvoconducto
a ninguna parte.

(De Hablando de pintura con un ciego, Sevilla, Renacimiento, 1993).

METAFÍSICO ESTÁIS (1996)

El tipo dijo
con palabras elogiosas
que en el fondo
le agradezco:
«... he aquí el milagro
de una lírica
que se construye
en el vacío...»;
y miré los muros
de esta casa
que no es mía
y no hallé cosa
en que poner los ojos
que me ayudara
a pagar el alquiler.

Y tuve que darle
la razón.

(De Mensajes en botellas rotas, Sevilla, Renacimiento, 1996).

Nada de esto te viene en el manual

La ducha no funciona.
La sartén convierte en picadillo
lo que se supone que tenía que ser
nuestra comida. Abro el grifo
del fregadero
y me quedo con él en la mano.
El perro está cojo. La mujer
con la que vivo ha terminado
de ponerse mala de los nervios.
El teléfono no deja de sonar.
(He puesto un contestador
y no he conseguido remediar la situación.
Al revés. El que no sigue llamando
se me presenta directamente en casa
sin previo aviso.)
Hace ocho meses que envié
un manuscrito de hace dos años
a un editor. Me dijo
que me enviaría el contrato
y un anticipo. Y todavía
estoy esperando. Tengo
trescientos folios encima de la mesa
que tendría que haber tenido listos
para hace dos meses por lo menos.
Lo que queda
de la cuenta bancaria
está en rojo.
Duermo cuatro horas, si las duermo,
y aún así no parece haber manera
de ponerse al día.
(Y acordarme de Balzac
no me sirve de gran cosa.)
Me duelen los riñones,
la espalda, los ojos, y me duele
hasta la polla, y eso
que tengo suerte últimamente
si la consigo usar para mear.
(Fui al médico y me preguntó
que cómo me ganaba la vida.
Garabateando, le dije.
Quince horas de promedio
delante del ordenador.
Se encogió de hombros y me dijo
que lo más probable
era que acabara ciego
poco antes de llegar
a los cuarenta.
Luego añadió
que en cuanto a lo otro
no le extrañaría nada
que lo del análisis se tratara
de un quiste hidatídico.
Pero que podría
ser peor.)
Y finalmente llego a casa
y el portero
me comunica
que los del ayuntamiento están a punto
de declarar en ruina el edificio.
Y luego suena el teléfono
una vez más
y un bromista me pregunta
que si estoy escribiendo algo últimamente.
Por supuesto, le digo.
Incluso estoy probando una nueva técnica.
¿Una nueva técnica?
Sí, ¿no la conoces?
Se trata de meterte
un bolígrafo en el culo
y luego hacerte una paja
sentado encima de un papel.
No es realmente
nada nuevo.
Pero optimiza el tiempo que da gusto,
y es catártico, además.
Y aunque no parece demasiado
convencido
hay una cosa
que sí puedo garantizar:
con esa clase de respuestas
te los acabas de quitar de encima
de una vez por todas.
Juro que no vuelven a llamar.
En cuanto a las promesas de inmortalidad
garantizada
que te ofrecen sacándote en sus papeles,
hace tiempo que dejé de preocuparme.
A juzgar por las magnas biografías
de los grandes personajes de la historia
es más que evidente
que con mis ridículos avatares cotidianos
no doy la talla ni de coña.

8/10/2006

OTRO VERANO

... y de fondo, canciones para un agosto en Madrid: 39ª, de Quique González, y Km.0, de Ismael Serrano
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Otro verano
sin billete de vuelta
lleno de viajes
y miradas perdidas


Otro verano
para echarte de menos
con besos de papel
y ferias de pueblo


Otro verano
con mañanas de playa
periódicos vacíos
y calles desiertas


Pasó un otoño de párpados caídos
un invierno lleno de fría soledad
y una primavera que nos dejó
al borde de la felicidad


Otro verano
con estrellas fugaces
y relatos cortos
que no tienen final

Otro verano
regado con vino
y con despedidas
que nos van volviendo viejos

Otro verano
con amaneceres
que se cansan de esperarte
y que te cierran los ojos

Pasó un otoño de párpados caídos
un invierno lleno de fría soledad
y una primavera que nos dejó
al borde de la felicidad