Eran las 5 de la mañana de un viernes hambriento. Y para ser sinceros, algo había bebido. La Gran Vía estaba helada, y el cuadro que tenía delante era un paisaje de putas que hacían su trabajo y tipos que iban más borrachos que yo.
Llegué a mi parada de autobús para esperar el búho (autobús nocturno de Madrid, para quien no lo conozca) y me senté. Los ojos se me cerraban soñando con mis sábanas.
Pasaba el tiempo. Y delante de mí, un desfile contínuo de todos los autobuses posibles. Menos el mío, claro. El puto N-16 que me paso la vida esperando.
Una vez perdida la noción del tiempo llegué a la conclusión de que esa madrugada la vida me regalaba una metáfora:
hay veces que pasas el tiempo a la espera de algo que nunca llega, sentado en una parada de autobús, helado y lleno de sueño, y pasan todos los números posibles, menos el que tú necesitas. El N-16.
Y no llevas dinero para un taxi. Sólo te queda esperar.
2 comentarios:
Esperar, sí...
aunque yo odio esperar y odio más todavía cuando me dicen "ten paciencia".
En fin, un beso
Pare taxi, pare taxi...
Pare taxi, soy alicia, sabe usted donde están mis maravillas
Pare taxi, en este país hay poco pan y muchas migas
Pare taxi, soy el hombre feliz sin camisa,
Soy el libro gordo de petete,
Soy tintín y el capitán trueno
Soy un don nadie ya lo sabe usted...
Lléveme al trabajo como siempre y no se hable mas.
(nada, eso, que no tenías para el taxi... y yo en una semana veo a Paco Bello después de años y estoy algo obsesionada :D)
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