Me dueles como la incertidumbre,
como un análisis de sangre,
como una
despedida continuada
y espaciada en el tiempo,
como un día de lluvia
torrencial
y yo sin paraguas y lejos de casa.
Me dueles como un coche
estropeado
en medio de una carretera secundaria
de un lugar llamado quien sabe donde,
y el puto teléfono sin batería.
Me dueles como el primer beso que nunca me dieron a tiempo.
Me dueles como cuando me rompí el brazo aquel verano.
Me dueles como un
diagnóstico de enfermedad
de esos que oyes pero que no escuchas.
Me dueles como una
resaca de garrafón.
¿Y sabes qué es lo peor de todo este dolor?
Que tú ni siquiera te has dado cuenta.
Y eso, precisamente eso,
me duele como una extirpación de órgano vital sin anestesia.
1 comentario:
Gracias por volver. Me sigue gustando como escribes, aunque casi se pueda tocar el dolor con los dedos.
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