La Sonrisa de Julia es ahora mismo mi grupo favorito. Son españoles, pero hacen una música más cercana al pop británico de Coldplay, U2, Keane, Travis... Tienen uno de los mejores directos que he visto nunca, con una intensidad y unas ganas terribles de comerse el escenario. Hasta el momento han publicado dos discos: Caminos diferentes y Volver a empezar. Especialmente bueno es el segundo, mucho más completo, a pesar de que en el primero hay alguna joya (como Llevo tu voz, El Bufón o Sonrisas de Papel).
Este texto que aquí os dejo es algo largo, pero creo que merece la pena, y seguro que os despierta la curiosidad por este grupo. Es su propio historia, relatada por el cantante, compositor y guitarrista: Marcos Casal Cao. Espero que os guste:
Desde mi habitación, a cuatro días de que salga al mercado nuestro segundo disco “Volver a empezar”, echo la vista atrás para recordar todo este proceso vital en que se ha convertido para mi La sonrisa de Julia.
Recuerdo con nitidez la noche de Mayo de 2000, en que decidí dedicarme de pleno a la música. Vivía en Oviedo, donde estudiaba Filosofía, y aquel viernes pensé en quedarme en mi habitación dándole vueltas a una idea; un sentimiento; una intuición. Aún no sabía quienes eran Diego Rojo, Raúl Delgado ni Curro Moral. Mis planes todavía tenían como base a mi anterior banda, “Mami”, con la que había autoproducido un disco de funk-rock en Cantabria, mi tierra natal.
Esa noche, acompañado de un puñado de psilocibes, comencé a soñar. Soñé con ir a Madrid para estudiar música y tener acceso a todo lo que en Cantabria no encontraba: locales donde tocar y gente que como yo quisieran dedicarse a la música.
Al amanecer, aún despierto, estaba decidido. Aquella intuición se había hecho intención: quería ser músico. Y desde aquella noche en vela nunca he dejado de dirigir mis esfuerzos en esa dirección. Acabé la carrera de Filosofía y en septiembre de 2000 me fui a vivir a Madrid. Mis compañeros de “Mami” prometieron venir más tarde, pero el tiempo y la vida les llevó por otros caminos que no incluían Madrid como parte de su itinerario.
Una vez instalado tuve la fortuna de acudir a una escuela de música donde aumentar mis escasos conocimientos musicales, conocer el lenguaje musical y la armonía necesarias para que mis canciones evolucionaran poco a poco. Pasé dos años dedicado al estudio y a componer. Pero mi verdadero golpe de suerte había llegado ya sin ser yo consciente…
Una mañana Arturo Lledó, mi profesor de guitarra, me invitó a cantar en una clase donde unos chicos ensayaban unos arreglos de bossa. No tardé en fijarme en el bajista. Era moreno y delgado, y su sonrisa al tocar me transmitía paz y confianza. Se llamaba Diego. Nos saludamos al terminar la clase y me dijo que era de Zamora y que, como yo, había venido a Madrid para buscarse la vida con su bajo. En invierno estudiaba y tocaba jazz. Y en verano trabajaba en una orquesta donde ganaba lo suficiente para tirar el resto del año tocando por garitos de Madrid. Me atrajo de él su sencillez y su sinceridad. Además parecía disfrutar mucho tocando. Por eso no tardé en darle una maqueta con temas que había compuesto durante el invierno. Unos meses más tarde, en una clase de armonía, entablé conversación con otro compañero. Era pianista y le entusiasmaba todo lo relacionado con la composición musical. No le había visto tocar aún pero su personalidad y sobre todo su historia vital me llamaron la atención desde el principio. Se llamaba Curro y era de Málaga. Parecía algo mayor que el resto de los compañeros, chavales de veintipocos años que acababan de salir de casa. Curro tenía teinta y dos y llevaba desde los diecisiete buscándose la vida lejos de Málaga trabajando en las cosas más curiosas que uno podía imaginar. Al cabo de unos años decidió cortar con todo y dedicarse a estudiar música en serio. Con lo que había ahorrado se pagaba las clases de piano, lenguaje musical y armonía. Me impresionó la valentía de alguien que con un trabajo estable se atrevía a cambiar de rumbo y dejarlo todo para dedicarse a la música.
No tarde en darle la misma maqueta que le di a Diego y esperé su respuesta.
Otros compañeros de la escuela habían escuchado mis canciones pero sólo Diego y Curro mostraron el entusiasmo necesario por el proyecto. Los tres juntos comenzamos a trabajar en una idea que hasta ese momento anhelábamos por separado. Ahora sólo nos faltaba encontrar un batería.
Diego nos había hablado de un amigo suyo, un tal Raúl, que por aquel entonces vivía en Japón pero que pronto volvería a España. Su historia también era curiosa. Había nacido en Madrid en una familia de músicos con la que había viajado por toda España tocando. A los dieciséis años se fue a vivir a Zamora contratado por una orquesta. Allí conoció a Diego y desde entonces no habían dejado de tocar juntos.
A su regreso de Japón hizo una prueba con nosotros. Me dejó atónito con su contundencia rítmica, la cual, extrañamente se combinaba con un sutil “groove” difícil de ver por Madrid. Pero lo que de verdad me convenció fue su carácter. Raúl es la persona más estable que he conocido. No hay mañana que no te lo encuentres tras una sonrisa, bañada con un brillo en su mirada que dejar ver la alegría con la que vive cada uno de los días. Además, le encantaban las canciones y no tardó en unirse al proyecto.
Así pues por fin tenia una banda. Aún no habíamos graba un disco, ni siquiera una maqueta. Por no tener, no teníamos ni local de ensayo, pero empezamos a quedar en mi casa para escuchar las canciones que yo iba grabando en mi ordenador y ver cómo podíamos sacar adelante el proyecto. Sabíamos que más difícil que firmar un contrato con una compañía discográfica era mantenernos unidos hasta que llegara ese momento. Los cuatros habíamos vivido el proceso de desintegración que sufren los grupos cuando las cosas tardan en funcionar. Poco a poco los miembros del grupo dejan de creer y comienzan las fricciones que llevan a la inevitable separación. Nosotros teníamos claro que si manteníamos unido nuestro entusiasmo, antes o después llegarían los frutos. Y, la verdad, es que el tiempo puso a prueba de fe…
En junio de 2002 decidimos dedicar el verano para trabajar y conseguir así unos ahorros que nos pemitieran después ensayar todo el tiempo posible. En Septiembre ya estábamos todos de vuelta en Madrid. Alquilamos un local de ensayo y comenzamos a tocar. Desde el primer momento tuvimos la sensación de que por algún motivo sonábamos bastante bien. Es decir, parecía que la formación batería, bajo, piano y guitarra funcionaba. Además nuestras maneras individuales de entender la música y de tocar se complementaban perfectamente. Montamos un repertorio de temas propios y nos pusimos a tocar por todos los garitos y cuevas de Madrid. Además, cuando podíamos tocábamos en Zamora y Santander donde siempre se nos ha brindado un apoyo especial. El resultado fue interesante. Conectábamos bien con el público, que disfrutaba de una banda que combinaba el funk y el jazz con pop británico y que además cantaban en castellano. Pero esta combinación no acababa de tener una identidad propia. Con el tiempo fuimos acercándonos a unas composiciones que, bajo la influencia del pop británico, iban adquiriendo su propio carácter. Por otro lado siempre dimos una importancia vital a las letras de nuestras canciones y eso fue calando entre nuestro pequeño público.
Pronto tuvimos claro que necesitábamos darnos a conocer a los medios de comunicación y a las discográficas del país. Lo primero era encontrar un nombre que resumiera nuestra música y nuestra forma de ser. Tras varias propuestas mías que fueron rechazadas por los demás Curro nos propuso el nombre: “La sonrisa de Julia”. Desde el momento que lo oi supe que sería nuestro nombre.
Julia era una chica muy allegada a la banda, que nos ayudaba en todo. Era y todavía es “el quinto beatle” de este grupo. No sólo perfilaba las letras y las melodías conmigo sino que nos ayudaba en toda la logística que hace falta a un grupo cuando aún no tiene una discográfica ni una oficina de management. Pero lo más importante es que Julia es la persona que más cree en nosotros y más no anima a seguir adelante. Pro si fuera poco su sonrisa había sido la musa de muchas de las canciones que yo grababa en mi ordenador. Así pues, el nombre me enamoró desde el principio. Lo mismo ocurrió con Diego y con Raúl. A partid de ese momento comenzó nuestra andadura como “La sonrisa de Julia”.
Enmaquetamos una selección de canciones con una foto del grupo y las enviamos a todas las discográficas que encontramos en La guía de la Música. Al mismo tiempo colgamos en varias páginas de internet unas canciones. Pronto tuvimos respuesta. Algunas discográficas se interesaban por nosotros aunque a la hora de la verdad nadie estaba dispuesto a apostar. Pero por otro camino iban creciendo nuestras ilusiones. Ya en febrero de 2003 una página web “mp3.com” nos hizo grupo del mes gracias a los votos de la gente que entraba en ella. Parecía que nuestra música gustaba a alguien más que a nosotros mismos. Un mes más tarde un amigo nos animó a presentarnos al XXV Rock Villa de Madrid junto con 175 de toda España. Era un concurso basado en el directo de las bandas. Tuvimos la suerte de ganar. Al mismo tiempo un manager comenzó a interesarse por nosotros. Se veía cercana la posibilidad de grabar un disco.
Un mes más tarde nos llamaron del ayuntamiento de Madrid ofreciéndonos la posibilidad de ir a Rumanía en representación de la música española. Una semana de conciertos junto a bandas de todo el mundo. No nos lo podríamos creer, pero así era. Todos los gastos pagados e incluso un pequeño caché por cada concierto. Aquello se convirtió en nuestra primera gira. No teníamos disco, pero allí estábamos en Bucarest y en Transilvania tocando en festivales, haciendo entrevistas y firmando autógrafos.
De regreso a casa pudimos concentrarnos en seguir ensayando y aumentar nuestro repertorio gracias a lo que ganamos en Rumanía y al premio de Villa Rock de Madrid. Durante el verano de 2003 pudimos dar algún concierto que otro que nos ayudaba a mantener la economía del grupo. Toda parecía preparado para grabar un disco, e incluso aquel manager interesado hablaba de distintas posibilidades con algunas discográficas. No solo eso, sino que además los directores de la película “La Fiesta” nos invitaron a participar en la banda sonora, lo cual nos daba un empujón importante de reconocimiento. Pero tras el verano tuvimos la suerte de que vinieran a vernos algunas personas que trabajaban en el mundo discográfico. Ninguna de ellas se interesó por el grupo y aquel manager dejó de responder nuestras llamadas…
Las semanas siguientes tuvimos que demostrarnos que aquella fe que siempre tuvimos en “La sonrisa de Julia” era más que un eslogan del grupo, pues todos aquellos que habían comenzado a relacionarse con nosotros dejaron de hacerlo. Sólo siguieron apoyándonos decenas de amigos y familiares que seguían viniendo a nuestros conciertos. Y, por supuesto, aún seguíamos contando con Julia.
Pero se nos acabó el dinero ahorrado por el grupo y tuvimos que volver a trabajar en otras cosas para poder llegar a fin de mes. Diego se levantaba a las cinco de la mañana para trabajar en un supermercado. Por las tardes ensayaba con nosotros y por la noche tocaba en un restaurante mexicano con un cuarteto de jazz. Raúl repartía juguetes por distintos centros comerciales y por las noches de madrugada me recogía e íbamos a un restaurante donde amenizábamos tocando música country. Además de aquel restaurante yo tocaba con mi guitarra acústica por cervecerías (recuerdo la cara de Julia cuando vino a verme tocar a una tasca donde sólo había una pareja escuchándome. Cobraba un euro por persona que fuera a verme y sumando el de Julia cobré tres euros, que tras el concierto nos gastamos en un par de cañas). Currito ganaba algo poniendo música a videos de ayuntamientos. Al mismo tiempo se nos ocurrió hacer un “Homenaje a The Police”. Un show donde tocábamos canciones de nuestra banda favorita y gracias al cual algunos locales de Madrid nos contrataban. Al público le encantaba pero cuando tocábamos alguna canción nuestra solían aprovechar para pedir una copa en la barra.
Fue un momento duro para los cuatro. Parecía que nos alejábamos definitivamente del sueño de grabar un disco. Y las energías comenzaban a consumirse. Pero por aquellos días hubo un acontecimiento que cambió nuestras vidas.
Fue el 21 de Noviembre de 2003 cuando fuimos a la sala La Ribiera a ver a Travis. Más allá del gran concierto que dieron hubo algo que aquella noche nos devolvió la fe. Fuimos testigos de cómo cuatro mil personas de entre veinte y cuarentaimuchos años disfrutaban de un concierto de buen pop. Volví a verlo claro: en este país hay más gente de la que parece a la que le gustan las buenas canciones. Todos los grupos que escuchábamos eran respaldados en España por mucha gente. Sin embargo nos era imposible encontrar una discográfica dispuesta a apostar por nosotros. Al salir del concierto sentía una excitación que aunque aún no se había materializado en una idea concreta comenzaba ya a llenarme de valor. Me despedí de los chicos con una sonrisa picaresca y nos citamos para la mañana siguiente en el local de ensayo. Al alejarnos les grité emocionado: “Algo importante ha sucedido esta noche”…
A las once de la mañana llegué al local. Los chicos me miraron incrédulos. Despeinado y con cada de no haber pegado ojo en toda la noche los saludé contento.
- Tengo que proponeros algo – les dije
- En cuanto llegué anoche hice un repertorio con las diez canciones que más me gustaban. Además he acabado dos nuevas canciones en las que he estado trabajando estos últimos días. Se llaman “Llevo tu voz” y “Caminos diferentes”. Voy a grabar un disco con ellas. Lo que os quiero proponer es que lo hagamos solos, de la forma que nos de la gana y con los arreglos que nos pida el cuerpo. Mirad, llevo toda lo noche sin dormir de la emoción que me ha invadido. Es el único camino que tenemos por delante. No podemos esperar que nadie apueste por nosotros si ni siquiera nosotros mismos nos atrevemos a hacerlo. Qué decís!
Dieguito no dudó ni un segundo.
- Prefiero morir con las botas puestas. Cuenta conmigo
Raúl y Curro se quedaron pensativos y tras unos segundos me dijeron:
- Veamos esa selección de canciones que has hecho.
Les di una lista y decidimos tocarlas para ver la sensación. En cuanto acabamos de tocar Raúl dijo:
- Prefiero morir con las botas puestas.
- ¿Qué dice Julia? – preguntó Curro.
- Está con nosotros – respondí.
- Adelante. Cuenta conmigo – concluyó.
Desde ese momento recobramos el entusiasmo y nos pusimos a trabajar. Había que grabar una maqueta para preparar los arreglos de las canciones y buscar dinero para pagar el disco. Entre los cuatro juntamos algunos ahorros y el resto lo conseguimos gracias a préstamos de nuestros amigos y familiares. También conseguimos el teléfono de un productor que tenia fama de ser buen tipo. Se llamaba Gonzalo Lashera. Habamos con él. Vino a vernos tocar a Madrid y finalmente accedió a alquilarnos el estudio por un precio más que barato. Al mismo tiempo pedimos ayuda a dos amigos que comenzaron a trabajar en el diseño del disco y en las fotos de prensa. Se llamaban Diego Gutiérrez (Anemia) y Pablo Zamora.
Para marzo de 2004 lo teníamos todo preparado. El día 22 entramos en el estudio. No salimos hasta junio. Allí vivimos de todo. Tras la primera semana de grabación estuvimos a punto de tirar la toalla. No éramos productores y eso se notaba. Hubo canciones que nunca salieron del estudio ya que el resultado no lo recomendaba. Curro y yo discutimos tanto que estuvimos a punto de disolver el grupo antes de acabar. Pero finalmente supimos salir adelante y terminamos el disco mucho más unidos que al empezar. Sin darnos cuenta, juntos habíamos hecho realidad nuestro sueño de grabar un disco. Decidimos llamarlo “Caminos Diferentes” en honor a la canción del disco que describía los motivos por los que llegamos a grabarlo de una forma tan independiente.
Ahora faltaba lo más difícil. Encontrar una discográfica que quisiera editar el disco. Sólo se lo enseñamos a una. Era el proyecto de un tipo, Andrés Ochaita, que llevaba toda la vida trabajando en multinacionales y que ahora había montado una pequeña compañía, Tool Music. Mostró un sincero respeto por nuestro disco y muchas ganas de trabajar con nosotros. Sus ganas se materializaron en un contrato discográfico por tres discos y su respeto en que desde entonces siempre nos ha concedido absoluta libertad artística a la hora de trabajar.
Semanas después Andrés nos llamó diciendo que Argomániz, director de Get in, estaba interesado en representarnos. Era la agencia de management con la que, por su honradez y su reconocida profesionalidad, siempre habíamos querido trabajar.
“Caminos Diferentes” salió a la venta en Octubre de 2004. Desde entonces hemos podido dedicarnos en cuarpo y alma a desarrollar nuestras inquietudes musicales. Hemos dado casi cien conciertos y “Caminos Diferentes” vendió quince mil copias Todo ello nos ha llevado a entrar de nuevo en el estudio a finales de 2005. Con mucha más experiencia que año y medio atrás, teníamos ganas de reflejar en un segundo disco todo lo vivido durante esta etapa. Hemos estado más de tres meses en el estudio trabajando en “Volver a Empezar”. Esta vez hemos disfrutado mucho más de la grabación. Y creo que se nota en el resultado. Todo el disco respira ese ambiente jovial vivido durante la gira y transmite el entusiasmo que sentimos por la música y por la vida.
A finales de febrero de 2006, una vez terminadas las mezclas del disco, Andrés Ochaíta nos pide que nos reunamos con él. Tiene algo importante que decirnos.
- Universal Music ha hecho un oferta. Quieren fichar a La Sonrisa de Julia…
Marcos Casal Cao.
Aquí podeis ver un par de videos del grupo:
Llevo tu voz:
http://www.youtube.com/watch?v=jxuUM3hN7o4&search=La%20sonrisa%20de%20julia
El tren:
http://www.youtube.com/watch?v=aDH0UUrvfNk&mode=related&search=La%20sonrisa%20de%20julia
3 comentarios:
Si has leído todo y has llegado hasta aquí, no te importará leer la letra de mi canción favorita de ellos:
SONRISAS DE PAPEL
Condenándote al olvido no conseguiré cambiar
todo ese tiempo perdido que no te pude regalar.
Condenándote al olvido nunca volveré a creer
en la suerte de un destino que siempre quise comprender
Disfrazando mis palabras con sonrisas de papel
no conseguiré ocultarles, no, las heridas de mi piel
Pero no existen heridas
que me impidan sonreír
cuando entiendo que algún día
nos volveremos a unir
Recorriendo este camino junto a ti se me ha hecho corto,
si algún día no estás conmigo, seguiré el camino solo
pues tú has llenado mis bolsillos con sonrisas y entusiasmo
y he metido en mi mochila el calor de tus abrazos.
Y disfrazando mis palabras con sonrisas de papel
no conseguiré ocultarles, no, las heridas de mi piel
Pero no existen heridas
que me impidan sonreír
cuando entiendo que algún día
nos volveremos a unir
Pero no existen heridas
que me impidan sonreír
cuando entiendo que algún día
nos volveremos a unir
Increíble!.... he tomado un montón de notas, aunque aún estamos en Fase “A”, pero el relato me ha servido de mucho.
Muchas gracias.
Adrià
un gran grupo con grandes canciones... tengo muchas ganas de verlos en directo.
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