7/15/2010

Me voy

Dejaré la luz encendida, para evitar a los ladrones y a los fantasmas. Mi vecina se encargará de recogerme el correo.
Un reguero de migas de pan alumbrará mi regreso, y dejará claro que puedo volver, se empeñe quien se empeñe en lo contrario. Al final de la carretera ya puedo ver un futuro de aviones, aeropuertos, trenes, maletas y autobuses. Terapia de choque lo llaman (ay, mi miedo a volar...) Los días que vienen. Y la pequeña prueba del futuro que ha de venir. Amaneceres en el aire mientras tiemblan las alas y los motores.
Un mapa mal doblado, algo de ropa, música, versos y el libro de Bolaño que tú me prestaste, llenan demasiado, como siempre, la maleta.

Salgo, por un tiempo. Pero vuelvo. Te echaré de menos. Dejo Madrid a tu cuidado. Tal vez, a mi regreso, tenga más certezas y más amaneceres. Seguro. Sé que tú me esperas.

Te escribo cuando llegue.

7/13/2010

Ya sabes que yo sueño mucho

Quiero una casa Ikea contigo dentro. Que el capitalismo llegue a nuestro amor. Que todos los días grises acaben en una playa que lleve tu nombre y tu abrazo escritos en la orilla. Que pase todo lo malo y sólo haya lugar para brindis con champagne barato. Que pueda comprarte flores y convertir tu habitación en una eterna primavera. Que le jodan a la alergia. Que el pulpo Paul te diga que yo soy el ganador de todas las finales que se jueguen en tu cuerpo. Que todas las tardes de septiembre terminen en el mismo portal donde fuimos algo más que dos. Que Acapulco nos espere unos meses más. Que el futuro se convierta en arma de destrucción masiva, y acabe fulminantemente con todo lo malo.

Hacía mucho que no escribía algo cursi, eh?

Republicano

Ante el aluvión de sentimientos encontrados que ha generado todo esto del Campeonato del Mundo de España, he encontrado un texto escrito por Alfredo González que realmente define lo mismo que siento yo con todo esto:

"No tengo sentimiento de españolidad. Todas esas banderas rojigüaldas me ponen bastante nervioso y traen a mi cabeza imágenes nada bonitas de un pasado que nunca debió existir -soy historiador, tengo demasiadas fotografías aquí dentro-. Sin embargo, cuando veo una bandera tricolor, con una banda morada, me cambia la cara. No es sentimiento geográfico, es sentimiento político por lo que fue aquella República, por la solidaridad. Anoche vi el partido de "la roja" porque, aún no siendo muy futbolero, esos chicos juegan realmente bien a este deporte y da gusto verlos. Y el caso es que Iniesta, Villa, Casillas... parecen gente humilde, buena. Nunca he tomado un café con ellos pero "me caen bien". Hicieron juego en equipo para un bien común. No premiaron las individualidades. Hicieron dedicatorias emotivas. Repito, no me siento muy español, no soy capaz. Soy ciudadano del mundo, como el otro. No sé que es eso del "orgullo patrio" y ese himno sin letra que todo el mundo tararea me provoca mucha indiferencia. Pero ayer... en fin, qué queréis que os diga, me sentí un poco republicano. "

7/07/2010

El mundo al revés

"Hace ciento treinta años, después de visitar el país de las maravillas, Alicia se metió en un espejo para descubrir el mundo al revés. Si Alicia renaciera en nuestros días, no necesitaría atravesar ningún espejo: le bastaría con asomarse a la ventana.”

Con esta evocadora imagen de Alicia empieza Galeano su libro "El mundo al revés", en el cual he estado viviendo las últimas semanas. Nada más comenzar destaca sobre manera que fuera escrito hace ya unos cuantos años, ya que parece escrito en mitad de la crisis actual. Su idea del mundo al revés se impone cada vez más. Y al final, el propio autor confirma esta idea. El libro termina diciendo que se terminó de escribir en agosto de 1998 y que para saber cómo continúa basta con seguir las noticias de cada día. Leyendo este libro en el 2010, podemos destacar las dotes premonitorias el escritor uruguayo. El mundo está aún más al revés que hace 12 años.

Y con el paso de los años, da la sensación de que aumentan cada vez más estas contradicciones, y vemos cómo el ser humano se acostumbra a ver cosas que, pensadas fríamente, deberían alarmar a la población mundial.
Nos hemos acostumbrado a dar como ciertas todas las mentiras, sólo por el hecho de que nos las cuenten por televisión. Da la sensación de que la sociedad civil perdió todos los diccionarios, y olvidó el significado real de determinadas palabras.
Galeano habla del miedo como sentimiento que se ha apoderado del ser humano. Y lo sitúa, junto a la codicia, como los principales “motores del capitalismo”. Aparte de motores, podríamos calificarlos como las dos características fundamentales para que el sistema funcione. Sin el miedo a perder el trabajo, nadie soportaría determinadas condiciones laborales. Y la codicia se manifiesta en que los individuos necesitan ganar cada vez más dinero para consumir cada vez más, y poder comprar su felicidad. Codicia y miedo.

Y ante esta realidad, ¿qué opción tenemos?

7/06/2010

LAS REJAS NO MATAN



Si hasta en mi propia cara
coqueteabas mi vida
qué sería a mis espaldas
y yo preso por ti

Unos guardias me han dicho
que ya tú andas perdida
y que ya ni te acuerdas
lo que hiciste de mí

Qué rumbo tomaste mi vida
qué puerta a tu paso se abrió
qué luna te espera angustiada
oyendo tu nombre, oyendo mi voz

Qué labios te cierran los ojos
los ojos que a besos cerré
auroras que son puñaladas
las rejas no matan pero sí tu maldito querer

7/03/2010

Fugaz

Igual que la primavera que apenas nos enseñó sus dientes. O como un contrato precario sin dignidad. Un desayuno entre semana, o un recreo en el colegio. Una tormenta de verano, la felicidad de algunas noches, o tu voz convertida en susurro en mi oido.
Tengo miedo a que todo sea fugaz. Despertar un día y ver que no estás. Y entonces volver a desandar todo lo andado. Olvidar lo aprendido. Quiero agarrarme a lo perdurable. Saber que todo se quedará. Cuando esté bien, claro. Que la felicidad esté aquí para quedarse. Que no huya igual que un cobarde. No quiero más despedidas. No quiero que se muera nadie más. Ya tuve suficiente. No quiero más hospitales ni más despedidas en aeropuertos. No quiero tener que volver a aceptar que no volveré a ver a alguien nunca más. Quiero que multen al tiempo por exceso de velocidad. Que algunos abrazos tengan duración indefinida.
No quiero más finales si no tienen pensado ser felices. No.