Madrid. Sábado de mayo. 6 de la tarde. Sol veraniego, más que primaveral. Afueras de una parada de metro donde había quedado con alguien que me hacía esperar.
Muchacha rubia y sonriente se acerca a mí. En cuanto abre la boca se nota que es alemana. Me quito los cascos.
- Hola, perdona que te moleste. Quería invitarte a venir mañana a la fiesta de celebración de la existencia de Dios.
- Lo siento, pero es que no soy creyente.
- Da igual. Aunque no creas en él, Dios te ama.
- Ya, pero yo a él no.
- No importa. Dios te está buscando. Está tratando de encontrarte, de llegar a tí.
- Pues dile que no se moleste, de verdad, que está perdiendo el tiempo.
- Nooo, tú venir mañana. Verás como te sentirás mejor, como encontrarás la luz que necesitas.
- Lo siento, de veras, pero mejor que dediques tu tiempo a alguien más receptivo a Dios.
Y se fué a darle la chapa a un heavy que había al lado. 10 minutos después, cuando me marché, ahí seguía, tratando de convencer al heavy. La muchacha parecía feliz.
3 comentarios:
Tu entrada me ha recordado mucho a esta otra que te recomiendo escrita por una amiga
http://bajoelhielo.blogspot.com/2008/09/mormons.html
Vaya tela, Javi...
juassss
un besote!!!
si es que madrid...
(arghhh,me encanta!)
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