Al despertarse la cabeza le estallaba. Miró a su aldededor y sólo vió desorden entre la oscuridad. Desayunó una coca cola con magdalenas asomado al balcón. La gente le observaba de forma extraña. En su guitarra había una cuerda rota que no recordaba en qué momento se rompió. Su móvil no daba señales de vida por muchos golpes que le diera. El olor a humo de su ropa había inundado toda la casa, y le daba ganas de vomitar.
Se dió una ducha fría y se vistió con la ropa del día anterior. El resto estaba en la lavadora. Salió de casa. Dejó la cama deshecha.
Y siguió el consejo que una amiga le había dado. Vete a hablar con un sacerdote. A ella le había ido bien. Y ninguno de los dos era creyente.
4 comentarios:
que clase de amistades son esas? :-P
...en momentos de caos cualquier consejo por descabellado que sea...
mmm...
¿pero un sacerdote cualquiera o uno en particular?
¿Un sacerdote?
mmm...
(besos)
Jajaja, un poco caotico si que es, empezando por el desayuno ¿¡¿coca cola con magdalenas!?! y acabando por la partida ¡¿¿un sacerdote!?
:P
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