En estos días ando vestido de vida vieja, mientras espero la llegada de los días nuevos que me vistan de otra forma y otro color.
Vivo la calma que precede a los dias de tormenta, y calmo la incertidumbre del no saber qué pasará con el olor a lluvia que tanto me gusta antes de que se precipite el aguacero.
Me he recetado altas dosis de paciencia, soledad, sosiego y descanso para los días que quedan antes de un nuevo comienzo.
No sé hacia donde irán mis pasos. Sólo tengo un mapa que tracé con unos cuantos sueños que tuve despierto, y otros que tuve dormido y logré recordar. Pero todos sabemos que guiarse con este tipo de mapas, basados en sueños, conllevan el riesgo de su poca certeza. Seguramente ese riesgo sea el que los hace tan atractivos.
Ahora queda todo por delante, y un montón de hojas en blanco por llenar. Y nada más. Pero con eso será suficiente.
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