Lo insensato se acaba conviertiendo en la mejor opción.
Cuando sales huyendo y dejas migas de pan por el camino, corres el riesgo de que al volver ya no estén. Y te pierdes cuando tan sólo pretendías regresar.
Todo ha cambiado. Cuando llegas te sientes como si estuvieras detrás de un escaparate y sólo pudieras observar. No, no puedes romper el cristal. Es irrompible. Y sobrevivir se convierte en el único propósito de año nuevo. Quedarse como espectador de vidas ajenas que antes eran propias termina cansando. Y además no tiene gracia. Te engañabas. Aún no aprendiste a perder. Ni tampoco a decir adios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario