Las carreteras se estrechan y los cafés se quedan fríos. Los puentes se derrumban justo cuando estás pasando. Los autobuses llegan siempre tarde y los aeropuertos quedan demasiado lejos. Te cierran el súpermercado justo en tus narices y te quedas sin nada para cenar. Ella se va con otro y te quedas con cara de imbécil. Imbécil. La lavadora se come calcetines a rallas y las púas de la guitarra tienen vida propia.
Olvidas siempre aquello que aprendes, y cada vez te gusta menos saltar en los charcos de lluvia. Te envenenan en los bares mientras los porteros te miran mal y las chicas directamente ni te miran. Y tratas de convencerme de los poderes curativos que tiene el llanto. Pero yo no te creo. Prefiero los abrazos. Y los cubatas, también.
2 comentarios:
...jejejeje algo parecido le dije anoche a un amigo, con un abrazo y un par de cañas, esto se me pasa un poco.
Un beso
carmen
Yo tambien.
Saludos, siempre geniales tus escritos.
Publicar un comentario