5/27/2010

El mundo pasaba de largo y nosotros esperábamos sentados en la cuneta. Hasta creíamos ser felices. Pero un día decidiste irte con el mundo y yo me quedé solo. En algún momento llegó a parecer que escapar de ti era más difícil que escalar un 8.000. Vaya si dolía. Y yo creí morir congelado. Probablemente nadie ha tardado tanto en escalar esa jodida montaña como yo. Pero no me importa. Lo logré. Parecía imposible dejar atrás tanto, que ya se había convertido en nada. Yo no me congelé, pero sí lo hizo mi sonrisa. Temporalmente me fueran embargadas todas las posibilidades de ser feliz. Y no había forma humana de salir del pozo en el que andaba metido. Tal vez no exista la clonación, pero sí creo que alguien usurpó mi cuerpo durante bastantes meses.
No, no te odié. Simplemente conocí tu verdadera cara. Esa que pocos han visto, pero ninguno olvida.
El tiempo no es un doctor, pero cicatriza heridas abiertas. Y con eso a veces basta para salir adelante.
Y ahora descubri que hasta es posible ser feliz. Parecía mentira.

3 comentarios:

LoreVero dijo...

el tiempo no cura, pero acomoda. Y esa cara que no olvidas es porque la viste desde el alma...Aun asi ser feliz no se si es posible, pero si son posibles y hasta a veces muchos, los destellos de felicidad(como dice Ismael, y confieso como prefiero yo)...
Besos

Marian dijo...

Me gusta me gusta me gusta.

¡¡El tiempo!!

muak

palabras a tiempo dijo...

Espero con todo mi corazón poder escribir lo mismo pronto.

Un besito.