...y de fondo cualquier canción de su nuevo disco: "Los abismos cotidianos"
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«Me enamoran las canciones tristes»
Texto: Iñaki Zarata
Vuelve Vasallo con un nuevo disco, igual de melancólico y asomado a las músicas populares. Y ha sido padre. Disfruta de la vida, aunque afirme que esta mata.
Es británicamente puntual, afablemente humano, conversador de largo alcance, discretamente elegante y parece bien apoyado por el responsable de prensa de su discográfica. Diego Vasallo Barruso carga aparentemente bien con la obligación de promocionar su nuevo disco Los abismos cotidianos (editado una vez más en GASA-DRO), séptimo de su colección particular fuera de Duncan Dhu. Obra igual de tenuamente susurrada que las precedentes, de sombrías intenciones líricas, escorada hacia lo folk, los mediterranismos y latinismos y en clave de cantautor. El músico donostiarra tiene además una novedad mayor: el estreno de la paternidad, vía la adopción internacional, en forma de la pequeña china Loan. Así que la primavera le sonríe, aunque él se empeñe en cantar que La vida mata.
Abismos cotidianos, La vida mata, Prometedores naufragios, Demasiado tarde, La mala cara, Tristezas blancas... Vaya, la alegría de la huerta.
Efectivamente, la vida mata. Se habla mucho de la muerte, o al menos el gran conflicto occidental es la muerte, mientras que la vida la pasamos casi de puntillas, cuando los palos te vienen en vida, en el aquí y ahora, que dicen los zen.
Bueno, los zen y cualquiera.
Cualquiera sensato, en Occidente hay mucha insensatez. Pero así es: la vida mata, y cada día.
Y lo dice un privilegiado.
Como todos los que estamos aquí. Son grados de privilegio con diferencias entre sí que no son sustanciales. El privilegio es haber nacido aquí, tener lo que tenemos, comprar discos, leer, ir al cine... Tener una casa o tres es una diferencia menos fundamental que tener las necesidades cubiertas o poder optar a la cultura.
Tu vida parece además llevadera: no trabajas demasiado y reafirmas la importancia del no hacer, de contemplar el mundo.
Sí, trabajo poco, no soy de meter 8 horas en estudio. Y daría el toque de atención a los artistas: menos producción y más observación. Para ofrecer algo has tenido que recibir y hay mucho artista con incontinencia, que está bien quizás cuando eres muy joven, pero es necesario mucho más tiempo de asimilar cosas que de expulsarlas. Y eso es imposible si no tienes tiempo para leer, ver cine, ir a exposiciones, observar, analizar el mundo. Forma parte del trabajo del artista, no sólo escupir canciones como una rockola.
Pero la industria siempre presiona.
La industria está ahí y tienes que amoldar su presión a tu forma de pensar y trabajar. Vengo de 17 años de Duncan Dhu, muchos discos vendidos, una carrera que ha conocido el éxito y me puedo permitir, al menos durante unos años, estar en los márgenes. Tiene beneficios creativos porque es difícil estar inmerso en la industria y hacer lo que quieres o puedes, te tienes que apartar un poco. A no ser que tengas una familia que te mantenga, sólo hay dos formas: o tener otro curro o haber hecho algo que te permita vivir de tus rentas. Si para algo sirven las rentas es para utilizarlas bien: invertir en trabajarte tu espacio, en creatividad. Animaría a mis colegas de épocas pasadas a estar en los márgenes, hacer los discos que quieren hacer y no los que se supone deben hacer.
Muestras un paisaje gris en la portada del CD y en la canción ‘Si no es por ti’ se habla de ‘cigüeñas de baja’, pero acabas de ser padre. ¿No es una decisión optimista?
Es tan reciente que todavía no he podido recoger lo que aporte de cambio vital. Pero el mundo es el que es y no soy optimista. Ser padre no va a cambiar mi visión de un mundo que no es de color de rosa.
¿Harás una tierna canción de padre?
Ya hago canciones tiernas, en este disco hay más ternura. Pero siempre ha existido un tipo de melancolía o tristeza que nos reconforta; poetas tristes, cineastas oscuros, artistas incluso trágicos. Pueden causar beneficio, reconfortar. ¿Por qué te reconforta una canción o una película que te hacen llorar? Es quizás un misterio del alma humana o simplemente que ves reflejada en la obra tu propia pena o melancolía y te hace bien, te comunica, te ayuda. Me enamoran las canciones tristes.
¿Y las rumbas?
Este disco es latinoide, mediterráneo, folkie...Tanto como rumba... El disco entronca por forma y espíritu con la canción entendida como popular. No es pop, pop-rock, rock and roll, ni nada por el estilo, es un disco de canción, entendida como un género popular: tradicional, lo que se canta en las fiestas, después de las comidas, en las bodas o en los funerales. Es un género que fue adoptado por el pop y el rock, pero que estaba ahí. He absorbido esos folclores que pueden tener muchos ecos: rumba, pero también latinoamericanos, canción mediterránea... Bebe de las fuentes.
Podría escucharse el eco de Paolo Conte, Joaquín Sabina, Bunbury, lo brasileiro...
Hay una canción con conexión brasileña porque está hecha con Leo Minax, que es de allí. Y Bunbury es un artista de cultura rock que bebe de las fuentes; una fuente es alimentarse del último hit británico o alternativo americano y otra es irte a la raíz. Quien, como oficio, escarbe en las fuentes se encuentra con los folclores.
Y ha ido tanto el cántaro a la fuente que prescindes hasta de la rítmica. ¿Reniegas de tu época como bajista?
Hay algún contrabajo en el disco y no me ruboriza reconocer que nunca he sido un buen instrumentista. En este caso vi en seguida que las canciones no necesitaban una formación de pop o rock, sino colores y acompañamientos que vienen más de lo folclórico: acordeón, mandolina, coros, piano..., que enriquecen el resultado. Pero se sostienen solas con dos guitarras y hasta con una, que es como están escritas. Es canción tradicional, sin más.
También has depurado los textos.
Uno de los objetivos de los textos era que fueran la columna vertebral del disco y también me impuse depurarlos. Antes tenía una escritura visceral, un tanto caótica, corregía poco. Es otra idea, tiene su valor, pero en esta ocasión me lo he tomado con más calma, los he esculpido más. El disco se sostiene en los textos, la melodía y la voz que, buena o mala, es lo que más está presente.
Tu mundo más presente sería el mar.
Soy de Donostia y el mar está ahí. Podría enumerar mi diccionario de obsesiones: el mar, el alma, los bares (hay cantidad de bares en este disco), los camareros (personajes cada vez más importantes en mis canciones), el cielo, ciudades, aviones... Soy consciente de ese vocabulario, pero renunciar a tu propio mundo literario es muy drástico. Escribes de lo que vives.
Bastantes años después del ‘100 gaviotas’ recuperas en este CD la canción menorquina ‘Si fossim gavines’.
Sí, en la adaptación al castellano la he titulado Tristezas blancas. No me molesta la conexión, después de 20 años vuelvo a hablar de lo mismo. La escuché en un garito y fue un descubrimiento, como la canción popular menorquina en general. Me sonó a cadencias sicilianas, napolitanas. Son canciones que hablan de su mundo. ¿Qué puede ser más honesto que cantar a lo que tienes a tu alrededor?
¿Cantas mejor, peor, diferente...?
A Sabina le dicen que ahora canta peor, pero a mi me gusta más, con su voz rota. Ni soy cantante ni pretendo serlo, ni me interesa aprender a cantar y nunca me han gustado las grandes voces. Si tengo oficio de algo es el de escribir canciones, y las canto, aunque las podría también cantar otro. Se trata de comunicar sensaciones. Si crees que las comunicas mejor con tu voz y tu forma de cantar, adelante. Si crees que lo conseguirá mejor otra voz, le pasas tus canciones. Lo que quiero decir lo comunico de momento yo de una manera más pura y directa. Hay discos grabados por actores que no cantan un pijo y hay que escuchar los primeros de Dylan... Pensaban, acertadamente, que ellos eran los más apropiados para expresar sus ideas cantando. Decía Chillida que el exceso de talento o habilidad natural frustra muchas veces tu obra. Sinatra fue un intérprete y Dylan es un artista.
Diego Vasallo, ¿es principalmente compositor, poeta, cantante, pintor, fotógrafo...?
Tengo varios lenguajes, sobre todo escribir canciones y pintar. Pero de tener un oficio sería un escritor de canciones. Como pintor es probable que me falte oficio.
Dice una página web que tu obra preferida es ‘El click’, de Manara...
No, no es cierto. Quizás lo solté de muy joven, habría que actualizar esa web. Pero sí vengo del mundo del cómic, más de Pratt que de Manara. No tengo internet, no se lo que dicen de mi, no tengo nada...
¿Ni lavavajillas o DVD?
Sí, sí, los dos. El DVD porque me gusta mucho el cine. Me imagino que un día acabaré estando en la red.
No vas a presentar el disco en directo.
Se suelen apoyar o justificar los discos en directo, pero son obras que se acaban en si mismas, no necesitan obligadamente ser presentadas. Entiendo la necesidad profesional, económica. Pero mis conciertos no dan dinero porque no tengo repercusión suficiente, no tengo necesidad vital de salir a un escenario y en las condiciones en que he actuado ya no me interesa porque es una pelea con sitios y sonidos inadecuados, no puedes llevar la formación que te gustaría... Necesitas un cierto apoyo económico para presentarte dignamente. Si me lo ofrecieran lo haría. Si no, no tengo esa necesidad. No voy a salir más a un garito a pelearme con el técnico de sonido.
¿Cómo se entiende que alguien que vive del pop esté todo el día criticándolo?
Parece desagradecido.Es lo que pienso, no voy a mentir. Y soy muy desagradecido, muy cabrón. No pienso que me debo a mi público, que la gente te ha dado mucho y tienes que devolvérselo.... Has hecho lo que tenías que hacer y te han pagado lo que creían que te debían pagar. Nadie te regala nada. Si has ganado X, otros han ganado muchas otras X con lo que tu has hecho. No debo nada a nadie y me puedo permitir el lujo de hacer lo que deseo. Por eso no hay agradecimientos en el disco. Si debo agradecer algo ya lo haré con quien sea.
¿Cómo aguantaste tus años de pop star?
Nunca he sido una pop star ni me he sentido cómodo en ese papel. Además, tu no eres una pop star, alguien te hace o te ve así. La vida te lleva por caminos raros, como dice una canción de este disco.
No te pone mucho el rock actual.
No. Aunque siempre me compraré los discos de Tom Waits, Dylan, Sabina, Calamaro... El tiempo pasa, no me apetece la última novedad pop sino Jobim, Bill Evans, o Lertxundi.
Te estarás haciendo mayor. Pronto caerán los 40.
Ningún problema. Se disfruta más de las cosas con 40 años que con 25. Quizás estoy perdiendo el tren, no me preocupa estar desinformado, aunque siga con los oídos abiertos. Al final te quedas con cuatro nombres y un 85% de discos en la estantería. Seleccionas, prefiero a Moustaki o a Aznavour que al último grupo del New Musical Express.
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