6/30/2008

CARTA A LA MADRE

Hoy el artículo de este blog no lo escribo yo. Es de alguien que escribe mucho mejor que yo: mi hermano Juan Luis. Espero que os guste.

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Educación ante todo: Buenos días tenga usted, querido lector. Es el único lector de esta columna. Antes tenía dos, pero ahora sólo le tengo a usted. Como estamos en familia, aprovecho para saludarle. Pues bien, uno está orgulloso de haberse ganado a su único lector golpe a golpe, verso a verso, o en realidad más bien chorrada a chorrada, pero ha llegado el momento de renunciar a él, a usted me refiero, pues aunque hasta ahora nunca había imaginado que ocurriría una cosa así, ha llegado la hora nefasta en la que yo voy a escribir el artículo más triste esta noche. Al menos el más triste que yo soy capaz de escribir.

La razón de este cambio tan radical de tono es aprovechar la ocasión, no para aquello tan típico de saludar a mi madre, sino para rendir un homenaje a las madres. Una madre es capaz de darlo todo, incluso a sus lectores, por un hijo, por lo que es un sacrificio muy pequeño, con perdón, perderle a usted. Pero no hay mal que por bien no venga, ya que justo en el momento en que decida dejar de leer estas líneas, puede aprovechar para llamar a su madre, y preguntarla qué tal está. Dentro de algún tiempo, ojalá que sean muchos años, cuando ya no pueda hacerlo, se acordará, no de este humilde juntapalabras de tres al cuarto, pero sí muchísimo de ella, y lamentará no haber tenido más ocasiones de abandonar lecturas instrascendentes, apagar el ordenador y llamarla a ella.

Durante una entrevista con una destacada actriz, que había bordado el papel de madre en un homenaje a la maternidad que dirigía Benito Zambrano, tuve la ocasión de charlar con ella. Aunque en la película interpretaba a una mujer sin estudios, resultó ser una mujer muy versada, profesora de instituto con unas opiniones bastante razonables. Una de sus respuestas me dejó impresionado. Me dijo que una buena madre era "aquella cuyos hijos creen que su parte favorita del pollo es el cuello".

Por cierto, la película no dejó indiferente ni al sector del público más duro, los críticos de cine, poco dados a dejar traslucir sus sentimientos, durante una proyección. Cuando se encendieron las luces tras el pase para medios de comunicación, todo el mundo pensaba en su madre, las mujeres no ocultaban que estaban llorando. Los hombres nos hacíamos los fuertes pero no engañábamos a nadie. Es el único caso similar que recuerdo. Normalmente, a la salida de los pases de prensa, los críticos sólo hacen comentarios sarcásticos.

Aprovecho para desearle un feliz puente (en la capital española es fiesta el jueves y el viernes) a mi único lector. El otro lector que tenía, mi madre, ya no me puede leer, pero aprovecho para mandarla un beso, allí donde ella esté.

(Artículo publicado hace un año en El Distrito, periódico local de Madrid).

1 comentario:

Anónimo dijo...

un beso (enorme).
un abrazo (enrome)

a los dos.

y, como suele pasar, no hay nada más que pueda decir(se)