7/03/2009

VIAJE INFINITO

Aquella mañana gris
no le devolvió el saludo a mis bostezos.
El autobus vacio
no tenía destino en una playa desierta.
Ninguna señal funcionaria
tenía escrita la palabra esperanza.
En definitiva,
los rayos del sol llevaban escrita la palabra rutina.

Y sin embargo,
un regalo esperaba ser abierto
a la vuelta de una esquina triste

un amanecer oculto hasta entonces
me proponía el regalo
de un viaje infinito.
Yo le pregunté qué tal
y ella me dijo súbete.

Y no sé muy bien cómo ocurrió,
pero desde entonces
sólo pienso en el día
en que definitivamente
emprenda el viaje
subido al avión
de su espalda.

1 comentario:

LoreVero dijo...

Debo advertirte que esos viajes suelen ser solo de ida, una vez que emprendes esa aventura ya no hay retorno...Pero sin duda que vale la pena cada millaje!!