11/25/2009

Yo no quiero, pero la vida me convierte en asesino

Tal vez fuera el frío azul
que vino para quedarse en el mundo
que dicen que existe fuera de esta manta.
O la amenaza de las luces navideñas
que se cierne sobre nuestras cabezas.
El conductor de autobús que salió disparado
aquel día que yo corría bajo la lluvia.
O puede que se tratara del reloj
que vive a un ritmo distinto al mío.
El caso es que a veces, yo no quiero,
pero la vida me convierte en asesino.

Pero aquella tarde de otoño
(con primavera en los bolsillos)
la risa que contienes cuando me miras
se convirtió en pólvora mojada
que evitó que matara a tiros
al tipo que interrumpió aquel abrazo
donde pensaba quedarme a vivir un tiempo.

Tú no lo sabes,
pero a veces eres la causa
de que mate a menos gente
de que sea más bueno
(o menos malo).

3 comentarios:

ilsa dijo...

Ya, tú como un matón pero sin balas...

Me ha gustado, mucho. Y espero, por el bien de todos, que esa "sonrisa-causa" exista siempre.
Porque noviembre es un buen mes para los asesinos.

laura (palabras a tiempo) dijo...

la risa que contienes cuando me miras
se convirtió en pólvora mojada
que evitó que matara a tiros
al tipo que interrumpió aquel abrazo
donde pensaba quedarme a vivir un tiempo.


Esto no se puede catalogar de profundo, esto es preciso que lo lean los buenos, los malos, los rencorosos, los necesitados, los amados, los amantes...

Precioso, precioso se quedaria en poco.

:)

Marian dijo...

Qué bonito, qué final.

Besos y más besos, Javi!!

(casi tanto como tu cuaderno)