Me estreso. Hago planes. Me vuelvo a estresar. Miro el paisaje sobre los tejados de La Latina y una luna enorme ilumina todo.
Voy al estudio y aprendo. Mucho.
Despido a una amiga que se va a vivir a Australia, sin conocer a nada ni a nadie allí (con dos cojones).
Voy a la presentación de un libro y salgo de allí espantado. Demasiada gente con traje y corbata. El problema es que era un libro sobre Antonio Vega. Y dudo que muchos de los que allí estaban fueran grandes aficionados a su música. Pillo el libro que me regalan, me tomo algo con la camarera más maja de Clamores y salgo huyendo.
Los de la biblioteca municipal me mandan una carta amenazándome. Casi me dió miedo ir a devolver los libros. Joer, sólo llevaba una semana de retraso.
Subo la Calle Toledo y me entretengo un rato mirando estantes en el MaxiDía. Es curiosa la cantidad de salchichas diferentes que pueden llegar a vender.
Y vuelvo a hacer planes. A ratos me río. JÁ
Y espero que realmente te gustara lo que te escribí tanto como me gustó a mí escribirlo pensando en tí.
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