La primavera sólo vino de visita. La lluvia y el frío volvieron a dejarte helado en medio de una calle desierta. Volviste a casa calado y solo, de nuevo.
Andaste en dirección contraria, por las vías de un tren que llevaba al lugar de donde tuviste que escapar, allí donde nadie te pudo salvar. Tú y tu costumbre de volar siempre sin chaleco salvavidas. Los crecúspulos de la tarde te alquilaron su tristeza, y te la quedaste para siempre.
Y llegó el momento en que es demasiado tarde para comprar un nuevo recogedor, para limpiar los cristales que se rompen una y otra vez, sin que puedas hacer nada para evitarlo.
Ahora ya aprendiste que del amor al terror, existe una corta distancia que se resume en la palabra adios. Y sus ojos eran un mapa, que dibujaba la salida de emergencia en medio de la oscuridad. Pero tú siempre te perdiste con los mapas. Y acabaste en una calle donde todos los coches iban en dirección prohibida, haciendo autostop por las esquinas de corazones ajenos.
Y descubriste que la primavera no vino aquí para quedarse. La remontada se quedó a medio camino. Ahora sólo te queda una salida.
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