A lo lejos suena un acordeón con sabor a Amelie. La primavera sonrie en esta terraza del centro de Madrid. Me acompañan en la mesa una guitarra, una bolsa con mi chaqueta nueva negra, y las gafas de sol que te sirven de espejo. En la moleskine ando escaso de palabras, igual que al teléfono. El tiempo se escapa en aviones de papel donde escribo frases que nadie leerá. Todos los paisajes cambian de color cada cierto tiempo. Aprendo que hacer planes no sirve para nada cuando la vida decide raptarte.
Tengo que terminar una canción que se llama Miss Cafeína. Y creo que escribo frases demasiado largas.
Lo malo de ser un ave migratoria es cuando te quedas desorientado, sin saber adonde vas, y sin saber de donde vienes.
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