3/24/2009

UNA REVELACIÓN

Tras el enésimo golpe del destino tuvo una reacción inesperada:
se echó a reír. Y las carcajadas retumbaron por toda la casa. No podía parar de reírse.
En estado catatónico emocional, y tras beberse varias copas (seguidas) se fué a la cama.
Allí comprobó que el dolor había vuelto. Y no, no se quedaba sólo en su cabeza. El dolor bajaba por su garganta, se introducía en su pecho y se desviaba hacia un brazo. Y el ibuprofeno era sólo una broma de mal gusto.
No se sabe cómo, pero tras un rato logró dormirse. Y no tuvo pesadillas (bastantes tiene ya en la vida real).

A la mañana siguiente se despertó y tuvo una revelación. Se vistió todo de negro, de la cabeza a los pies, y fué hasta la iglesia más cercana. El cura le miró y se santiguó.
Se acercó hasta el cristo. Se puso de rodillas y abrió sus brazos. Y sólo acertó a implorar:

"por favor, sólo te pido una cosa. Que no haya otra vida después. Con una fué bastante".

Y el Samur Social se lo llevó. No volvimos a saber de él.

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