10/17/2008

DIECINUEVE

Con viento del este hiciste una cama, soplaste sobre ella para templarla. Y con el murmullo de tu voz de agua me cantabas nanas sin letra. Y dormíamos tan juntos que amanecíamos siameses. Y medíamos el tiempo en latidos. Y en tus dedos yo tocaba mis canciones, dedos de teclas de celesta. Y tu pulso tamborileaba en mis sienes y muñecas
como diminutas patas de ciempiés. Y nos repartíamos los labios y los dientes y el hipo,
y del alfabeto, las impares. Y en tus dedos yo tocaba mis canciones, dedos de teclas de celesta.

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