Del cuaderno de canciones en el autobús
Le vendí mis alas al mejor postor,
porque ya no me hace falta volar.
Y apagué las luces de toda la ciudad,
porque ya no me da miedo la oscuridad.
No quiero tener que escribirte
en servilletas usadas,
a las 3 de la mañana
en la puerta de algún bar.
Me disparé en el pie
para no volver a huir
Cada vez que paso por una estación
me despido de tí,
aunque tú no estés.
Si me vienes a visitar al infierno
no compres billete de vuelta,
porque te aseguro que no querrás volver.
Yo te ofrezco mis sábanas de segunda mano,
y un vinilo gastado con canciones para tí.
Me disparé en el pie
para no volver a huir
Cada vez que paso por una estación
me despido de tí,
aunque tú no estés.
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