Abro las ventanas para que el sol inunde mis desayunos. Le digo adios a la tormenta. Te doy las gracias por prestarme tu paraguas. Escribo sentado en la parada de un autobús que nunca llega. De camino a un recado en la oficina de correos, me siento en un banco del pasado. Y recuerdo las tardes que sabían a nocilla. Y en estas que me declaro culpable de haberme entregado al futuro. Lo siento, pero es que nadie me avisó de que estaba aquí para quedarse.
Al menos esta primavera me pilla vacunado.
(¿a que son bonitos los atardeceres manchegos?)
1 comentario:
Tienes un serio problema con los autobuses nocturnos.
Deberías contratar un chófer, o la opción más transgresora de coger un taxi? no no que igual eso es demasiado arriesgado...
Solución: sal con patines XD
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