El otro día hablaba con un cantautor (sí, se puede hablar con ellos). Yo le decía que no podía tocar un tema si lo tenía que ir siguiendo en el papel, que necesitaba cerrar los ojos, abstraerme de todo, y tocarlo sintiendo... sin pensar en nada más, y mucho menos en seguirlo en el papel. Si lo iba leyendo la cagaba. Si pensaba, me equivocaba. Tenía que ser de memoria.
Y él me decía que le pasaba lo mismo, y terminamos sin entender esa moda que últimamente tienen algunos músicos en leer cada palabra que cantan, en ir siempre con el atril frente a los ojos. Aunque lo mismo lo suyo tiene más mérito, ya que a nosotros nos resultaba imposible hacerlo (y hacerlo bien).
Y hoy, en mi desayuno filosófico volví a pensar en ello, y extrapolé (siempre quise usar esta palabra) esta sensación, que se tiene tocando una canción, con la que se tiene haciendo otras muchas cosas en la vida.
Cuanto más lo piensas, más la cagas. Y lo mejor es hacer, actuar, tal y como te sale de dentro, como lo sientes. Y punto.
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