El insomnio agitó mi cabeza. Le di tantas vueltas que ya ni sé de qué lado está. Corrí descalzo por el asfalto ardiendo. Aprendí que estamos solos. Siempre.
Manché de tinta las sábanas y los sueños pendientes. Condené a muerte a la nostalgia. Quemé todas las banderas blancas. No quiero paz. Me acostumbré a vivir en el infierno. Te rompí en pedazos.
Abrí todas las ventanas y me senté. Quería esperar a la luz.
Y aún sigo esperando.
1 comentario:
Amen
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