No había vuelto allí desde hace más de dos años. Desde que ella se fué. Allí sigue, enorme e imponente. Es el lugar donde nací, pero también el lugar de la pesadilla. Estaba algo cambiado, aunque los pasillos tenían el mismo olor. Y siempre tan lleno de gente. Tenía que volver yo solo. Terapia de choque. Me perdí, como siempre. Lleno de papeles bajo el brazo. Sintiéndome tan pequeño. Echándola de menos. Sólo un poco más de lo habitual. Las salas de espera. Y el murmullo del miedo escondido en cada rincón.
Hay algunos lugares que nos marcan para toda la vida. Y no hay manera de borrarlos.
4 comentarios:
...en Macondo comprendí que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver...
Hay lugares que son un poco nuestros...
A mi hay lugares a los que todavía me cuesta ir...
Besos
Un abrazo, pequeñín.
Y toneladas de ánimo!!!
El lugar queda maldito, y en tu interior un hueco inmenso.
Me has hecho recordar, volveré...
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